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¿Dejará de existir la figura del director financiero?

  • Nicolás Suárez-Cantón
  • 21 nov 2015
  • 2 Min. de lectura

Hemos vivido unos años en un entorno económico-financiero muy complejo y lleno de incertidumbres, en donde el Director Financiero ha advertido como la limitación del crédito afectaba de manera notable a sus posibilidades de actuación.


En paralelo, se aceleraban una serie de cambios, tanto internos como externos, que presionaban su ámbito de actuación y su forma de trabajar. Aspectos como la globalización, la aparición de nuevos competidores, la presión en márgenes y/o la nueva revolución tecnológica, han reformulado el entorno económico y empresarial. Y, a diferencia de lo que algunos todavía piensan, estos cambios han venido para quedarse, por lo que, la función financiera se ha visto trasformada hasta tal punto que surge la duda de si existirá en el futuro, al menos, como la hemos conocido hasta la actualidad.


De hecho, a raíz del entorno tan cambiante y retador que estamos viviendo, comenzó a surgir un debate global sobre el futuro de la función financiera y el rol a desempeñar por su director. Desde un punto de vista formal el nombre sigue siendo el mismo, director financiero, pero el contenido, el enfoque y las habilidades necesarias para su desempeño, han evolucionado de tal manera que el rol tradicional no es suficiente para acometer los nuevos retos, por lo que, sin duda, el nombre también cambiará. Hasta el momento, se ha completado, en algunos casos, con una 'B' de business, en otros, con una 'O' de operación y, en unos pocos, con una 'E' de estratega.


La función financiera tradicional se ha centrado en la eficiencia del área y en el cumplimiento normativo, fundamentalmente, mitigando ciertos riesgos y buscando la imagen 'fiel' de la organización a través de números sobre hechos acontecidos. El nuevo director financiero debe ser pieza clave como introductor de la transformación y de la optimización del rendimiento en la organización. La nueva función necesita entender en profundidad el negocio, cuáles son sus palancas estratégicas y operativas, asegurando la eficiente asignación de los recursos (humanos, financieros?) en términos de calidad y coste. Además, debe dotar a la organización de un enfoque y método de análisis y toma de decisiones ágil, basado en información predictiva financiera y no financiera. Y, sobre todo, debe ser capaz de responder de manera inmediata a las nuevas necesidades del negocio. Además, todo ello sin descuidar, obviamente, los cometidos tradicionales.


Para avanzar en la evolución requerida, se necesitan, evidentemente, nuevos perfiles: el director financiero debe ser más técnico, más global, más 'verde' y preocupado por la RSC, y con más habilidades de comunicación; mirar más allá de los aspectos financieros y ser capaz de trabajar en entornos colaborativos. Además, debe de mantener una alta preocupación por desarrollar el talento dentro de su área, que permeabilicen sus actitudes y aptitudes para lograr nuevos perfiles con las características adecuadas hasta convertir su departamento en cantera de la organización.


Finalmente, la evolución del nuevo rol del Director Financiero debe ser medida y cuantificada. Ya existen modelos innovadores que permiten hacerlo definiendo parámetros concretos que facilitan un diagnóstico de cara a la toma de decisiones adecuada a la situación concreta de cada empresa.





 
 
 

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